ARQUITECTURA: El Atlas Carcelario de Ramón de la Sagra

Pedro Fraile

FICHA TÉCNICA

Atlas Carcelario de España
Ramón de la Sagra
Madrid
1854
Agapito Cifuentes e hijos

Ramón de la Sagra fue uno de los científicos sociales, tal como entonces se entendía tal denominación, más importantes del siglo XIX y obtuvo un gran reconocimiento en toda Europa, mientras era relativamente marginado en España.

Hijo de un importante comerciante coruñés, que traficaba con los dominios del Rio de la Plata, nació en aquella ciudad en 1789 y fue el menor de cinco hermanos. Estudió primero en el Colegio de los Agustinos y luego en la prestigiosa Escuela Náutica del Consulado de Mar, donde se formó, como era propio de la época, en ciencias, matemáticas, geografía, navegación, física etc. En 1815 inicia sus estudios de Medicina en la Universidad de Santiago y en 1819 ya lo encontramos en Madrid, donde continúa su formación. Allí comienza escribiendo en la Crónica artística y literaria, donde difundió las ideas kantianas. En el periodo liberal que se abre tras 1820 contribuyó, junto con otros, a la fundación de El Conservador, periódico de título engañoso pues era de corte opuesto.

En 1823 parte hacia La Habana, donde detentó la cátedra de Botánica Agraria  y ocupó el cargo de director del Jardín Botánico de esa ciudad, donde permaneció doce años. Del vínculo con Cuba nació lo que muchos consideran su obra magna, la Historia física, política y natural de la Isla de Cuba, aparecida en doce volúmenes entre 1832 y 1855, más dos suplementarios en 1861 y 1863.

Tras esta estancia en la isla, a la que volverá en diferentes ocasiones, viajó por Estados Unidos y por Europa fruto de lo cual fueron diversas publicaciones en las que da cuenta de sus instituciones educativas, asistenciales o penitenciarias, como por ejemplo su Atlas carcelario. En Bélgica entró en contacto con Hienrich Ahrens, discípulo de Krause y, por esta vía, se convirtió en uno de los primeros difusores de las ideas de este último en España.

Sería largo explicar las influencias que tuvo Ramón de la Sagra pero, para entender la obra que aquí se presenta, es imprescindible señalar que en Estados Unidos se relacionó con el movimiento sansimoniano y, posteriormente, tuvo una cierta relación con las ideas fourieristas. En definitiva, nuestro autor estaba en la línea de los reformadores sociales que tenían una fe inquebrantable en el papel que la ciencia y el conocimiento podían desempeñar en el progreso de la sociedad, aunque sus opciones políticas concretas fueron variando a lo largo de su vida pues, como dijo de él el historiados Moreno Fraginals “Ramón de la Sagra fue radical a los veinte; liberal a los treinta; moderado a los cuarenta, conservador a los cincuenta”.

En todo caso, su trabajo está marcado por su fe en la ciencia, que él consideraba el pilar sobre el que construir propuestas racionales que hiciesen posible un mundo mejor. Esta idea de la reforma social atraviesa toda su obra y la preocupación asistencial y penitenciaria no quedó al margen.

La cuestión penal y el tema del encierro habían sido objeto de informes y debates en la España del siglo XIX, aunque sus consecuencias no fueron demasiado relevantes. En 1832 Fernando VII, en la línea de otros viajes de parecido signo, como el de J. Howard, había comisionado a Marcial Antonio López para que recorriese Europa y América en busca de patrones que orientasen una esperada reforma penitenciaria en el país. En la misma dirección, diversas normativas, como la Ordenanza General de Presidios del Reino de 1834, trataban de poner orden, con pocos recursos, en el sistema penitenciario, al menos en lo tocante a su distribución territorial.

En la primera mitad de la centuria la mayoría de las cárceles españolas eran edificios, como conventos o cuarteles, reutilizados para tal función, mientras se debatía sobre el modelo que debía orientar unos hipotéticos establecimientos que no llegaban a materializarse.

De hecho, el primer proyecto de arquitectura penitenciaria, con pretensiones de abarcar todo el territorio nacional, fue el Programa para la Construcción de las Cárceles de provincia… de 1860, acompañado de un repertorio de planos de J. Madrazo, basados en estructuras radiales de clasificación que, mediante tabiques, podrían aproximarse a un sistema celular.

En tal ambiente, Ramón de la Sagra, convencido de la potencialidad social de una política asistencial, penitenciaria y rehabilitadora, presentó una serie de trabajos que pretendían ser un acicate para las intervenciones que se dispusiesen a tal efecto. En tal dirección avanza su Relación de los viajes hechos en Europa bajo el punto de vista de la instrucción y beneficencia pública, la represión, el castigo y la reforma de los delincuentes, publicada en 1844 y, un año antes, su Atlas penitenciario, al que aquí nos referimos.

Se trata, fundamentalmente, de una colección de láminas, acompañadas de un texto explicativo, en las que se presentan, tanto edificios existentes como proyectos, de la más diversa índole, que pudiesen servir de ejemplo para la elevación de edificios. No contento con ello, completa la recopilación con algunos instrumentos de castigo, supuestamente racionales porque lo pueden convertir en mensurable, como el crank mill, que, según él, eran de uso frecuente en muchos presidios.

Divide los grabados en dos series, que titula Proyectos de cárceles de Provincia para la Francia y, la segunda, Cárceles construidas en Inglaterra, Escocia, Suiza y Bélgica, pero en la primera incluye, entre otras cosas, el proyecto de cárcel para Madrid de Aníbal Álvarez, que tenía la originalidad de proponer unas alas trapezoidales que facilitarían la vigilancia de las puertas de las celdas desde el punto central, idéntico sistema al que, más adelante, presentó Tomás Aranguren para la Cárcel Modelo de Madrid y que orientaba el diseño de todos los planos que debían ser una referencia para la supuesta reforma penitencia que proponía el Programa para la construcción de cárceles de Partido de 1877, minuciosamente recogido en el Anuario Penitenciario de 1889. Igualmente, en el segundo epígrafe, además de los prometidos establecimientos construidos, incluye las ya mencionadas máquinas de castigo y trabajo o los planos de una capilla celular.

ICONOGRAFÍA

FUENTES

BIBLIOGRAFÍA

 

COMO CITAR ESTE DOCUMENTO:

FRAILE, PedroEl Atlas Carcelario de Ramón de la Sagra. Atlas Digital de los Espacios de Control, nº 13, 2017.