ARQUITECTURA: El lazareto de Mahón

Quim Bonastra

FICHA TÉCNICA

Lazareto
Pabellonario
Francisco Fernández de Angulo
Mahón
1775
1793
1800
1817

En 1787 y por inspiración de Floridablanca, Carlos III promulgó la Real Orden de 14 de septiembre por la cual se ordenaba construir un lazareto en la península de Felipet, a la entrada del puerto de Mahón. Lógicamente, esta actuación era uno de los corolarios de la política sanitaria impulsada por los borbones, que sentó las bases de una gestión de la sanidad centralizada y jerarquizada y que tenía entre sus ocupaciones principales el resguardo contra las epidemias. 

La idea era construir un “Lazareto que sea capaz de cumplir con una concurrencia de Comercio como puede tener toda la España de todo el Mediterraneo á Levante de si misma y que haia de servir á las Quarentenas de toda especie de Patente en disposición que de el, salgan purificadas todas las Embarcaciones para la Peninsula”. Este propósito, lejos de constituir un plan aislado, formaba parte de un proyecto más amplio que tenía que arreglar los problemas de España siguiendo las directrices del despotismo ilustrado, para lo cual se requería, entre otras cosas, promover la riqueza de la nación y obtener la felicidad de los súbditos. De este modo el lazareto de Mahón sería concebido como una ciudad-servicio integrada en un territorio articulado y complementario que se promovía desde la Corona, y no como una función más de una urbe concreta. En este sentido es importante la elección de Marsella como modelo a seguir puesto que, como ya se ha dicho, su lazareto cumplía el mismo cometido para las costas francesas del Mediterráneo. 

La cuarentena de Marsella era también un referente en cuanto a su configuración, sobre todo por su capacidad de acoger los barcos de manera separada en los surgideros del Frioul, antes de transportar los géneros al lazareto. Esto se podía conseguir, aunque de manera no tan perfecta, en Mahón, gracias a la colocación de la cuarentena en la península de Felipet, ya que de este modo la cala Taulera, situada al este del complejo, haría las veces de fondeadero para la patente sucia y la zona comprendida al oeste del lazareto podría acoger separadamente las embarcaciones de patente limpia y sospechosa. 

El ingeniero Fernández de Angulo, a quien debemos el diseño del proyecto, optaba, siguiendo los principios que se estaban gestando en Francia en esa época, por una solución de hospital en pabellones, aunque pasada por el tamiz del modelo que ofrecía el establecimiento marsellés. Además se preveían toda una serie de equipamientos (hospitales, enfermerías, fonda, alojamientos…) en su interior y una serie de encierros separados para los diferentes tipos de tripulantes, atendiendo a la patente con la cual viajaban y a su estatus social. Por otro lado se tenía en cuenta la correcta aireación de cada uno de los edificios, ya fueran los almacenes de mercancías, los albergues para cuarentenistas o los de servicio, ofreciendo soluciones concretas y evitando situarlos adosados a los muros. 

El proyecto inicial, a medida que se iba construyendo, sufrió, manteniéndose fiel al esquema original, unas cuantas mejoras tendentes a perfeccionar y a aumentar la separación interior de las diferentes partes del lazareto para evitar contagios. Así, se multiplicaron los cercados en el interior de los departamentos, también los almacenes —en los que se podría distribuir los géneros de manera más lógica y con menos peligro para los mozos de cordel— y los edificios de acogida de pasajeros —que podrían ser acogidos de manera más separada y atendiendo a las distintas temporalidades marcadas por la patente sanitaria de cada barco—. Del mismo modo, se prestó una mayor atención a las corrientes de aire que debían bañar el recinto y que debían asegurar una constante purificación de las instalaciones. 

En definitiva, a medida que se iban perfilando los detalles del proyecto, se acentuó en él su carácter pabellonario. Su departamento de patente sucia, por ejemplo, estaba, según Manuel Rodríguez Villalpando, distribuida “con tal inteligencia, que pueden avitar en ella, sin roce, las diversas tripulaciones, que vayan entrando, y se allen en distintas épocas de cuarentena y espurgo. ¡Ventaja de alta consideración en un lazareto general!”. El lazareto de Mahón fue el primer exponente de lazareto pabellonario, surgido al mismo tiempo que tenía lugar el debate sobre los hospitales en Francia, y bebiendo directamente de sus fuentes y del referente marsellés. Su importancia, sin embargo fue obviada por los tratadistas que, a los pocos años, sentarían las bases teóricas del modelo, vigente hasta entrado el siglo XX. 

ICONOGRAFÍA

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FUENTES

BIBLIOGRAFÍA

 

COMO CITAR ESTE DOCUMENTO:

BONASTRA, Quim. El lazareto de Mahón. Atlas Digital de los Espacios de Control, nº1, 2017